Y llega la Navidad, y quieras que no, vivir lejos de los tuyos cuando todas las calles están iluminadas, cuando solo ves calles y casas decoradas, cuando en tu casa por estas fechas estabas montando el árbol y el belén... Pues no estar, jode.
Yo no he sido muy de valorar los momentos con mi familia, de hecho muchas veces los he infravalorado. El hecho de tener algo día tras día te hace que no sepas apreciar como se merece cada momento y cada detalle.
Que a veces la paz que tienes al estar sola no la cambiarías por nada pero y las peleas por el mando de la tele con tu hermana, las broncas de tu madre, las pataletas de tu sobrina o las comidas de tus abuelos. Los domingo en familia viendo el fútbol y una tarde cualquiera viendo una peli de Navidad de estas repetidas que echan en antena 3... Montar el árbol, ir a la feria medieval de tu pueblo, estar en la fiesta mayor de invierno, pasear por Barcelona con tus primas, comprar los regalos de Navidad con tu madre, envolverlos... Muchas cosas.
Y yo aquí. En Lleida. Sola.
Que sí, que tengo amigos, que son lo mejor del mundo y que con ellos también he vivido y vivo experiencias maravillosas, pero no es comparable al olor y calor de tu hogar por Navidad.
Encima la frustración de acabar clases el 22 de diciembre es máxima, podría haberme ido ayer a mi casa como todo el mundo, el 18, que aunque solo sea cuatro días antes, ya es un mundo para mi.
¡Qué ganas tengo de abrazarte mamá!
Lo siento por desahogar aquí todas mis frustraciones jajaja
S.
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